El diálogo que se ve hoy en día en torno a los derechos humanos hace alusión a las libertades y garantías que estos nos dan, dejando de lado lo que se debe hacer o dejar de hacer para proteger esos derechos. La existencia de los deberes es lo que hace posible que los derechos vayan más allá de un simple concepto abstracto. Consecuentemente, es crucial establecer un diálogo en el cual se pueda reconocer no solo la importancia de los deberes, sino también los límites que tienen los derechos. Entender y poder analizar de dónde vienen las obligaciones que se tienen es el factor más importante para poder hablar de derechos y asegurar su existencia.
Antes de poder hablar de deberes y derechos es necesario mencionar la importancia de un entendimiento social. La palabra sociedad, que viene del griego societas, se entiende como un grupo de personas, pueblos o naciones que conviven bajo normas comunes. Este entendimiento común se da por medio de la existencia y reconocimiento de los derechos y responsabilidades que se tienen. La presencia de las obligaciones permite establecer un respeto por los derechos y por consiguiente hace posible la existencia de la sociedad. Ahora, es importante reconocer el rol que juegan los diferentes actores que están presentes; tanto el estado como el pueblo tienen roles diferentes que juegan un papel importante en el funcionamiento social. Sin importar esas diferencias, ambas partes tienen como deber asegurar la protección de los derechos; eso quiere decir que todos los individuos en una sociedad tienen deberes, tanto el estado como el pueblo. Solo una vez se entienda la necesidad de los dos conceptos es posible hacer un análisis de la necesidad de los deberes.
Teniendo presente la noción de una sociedad es pertinente delimitar a lo que se refiere esta idea de deberes o responsabilidades. En primer lugar, se entienden en el contexto de la protección de los intereses generales de la sociedad. Esto quiere decir que se debe actuar de tal manera que se mantenga el bienestar tanto de los individuos como de la estructura social. En segundo lugar, se pueden ver en lo que uno como individuo le aporta a la comunidad. En este caso, las obligaciones que se tienen van ligadas directamente al rol que se juega como ciudadano con el fin de fomentar el desarrollo y la prosperidad de todo el grupo.
En cuanto a los derechos, es muy fácil establecer un diálogo a su alrededor debido a que ya hay un lenguaje que los delimita y define. La presencia de una declaración como la de los derechos humanos hace que sea posible referenciar lo que son los derechos y su aplicabilidad. Por el contrario, no es muy frecuente encontrar una declaración que hable de los deberes humanos. La declaración americana de los derechos y deberes del hombre, aprobada en 1948, es una de las pocas que incluye una sección que trata este tema. Sin embargo, es más bien corta en comparación al capítulo que habla de los derechos ya que solo hace una breve mención de las responsabilidades. La importancia de establecer un lenguaje alrededor de las obligaciones abre las puertas a su introducción en la cotidianidad. Permite que el tema pase de ser meramente abstracto a un tema explícito y presente en la vida de las personas, tal y como se ve en el aspecto de los derechos. Asimismo, la reciprocidad que hay entre ambos ámbitos está ausente, lo cual lleva a que se entienda la existencia de los deberes simplemente por la existencia de los derechos. Se ignora que los derechos también existen gracias a los deberes.
Entender los límites de los derechos en relación a los otros derechos, es lo que el filósofo Andrei Marmor llama la concepción Newtoniana. Esta idea establece que los presentes tienen una inercia inherente, la cual solo es limitada de manera externa cuando un derecho entra en conflicto con otro. Sin embargo, Marmor deja claro que estos límites no solo son fuerzas externas como propone la concepción Newtoniana. La realidad es que los límites de los derechos se encuentran de manera interna, empezando por el momento de su reconocimiento. Es importante entender que los derechos nacen de los intereses de las personas. El acto de reconocer un interés como un derecho lleva a que se imponga una obligación en las demás personas. Esta imposición implica un peso social, lo que hace evidente la importancia de entablar un entendimiento de la conexión entre los derechos y los deberes. Es por esto que Marmor hace énfasis en el peso que implica el reconocimiento de un derecho; ningún interés es tan importante como para imponer deberes infinitos en una sociedad.
Entender los límites que tienen los derechos en relación a la imposición de los deberes es necesario cuando se busca hablar de un funcionamiento social.La reciprocidad que hay entre los dos conceptos es lo que hace posible mantener un orden social en el cual los intereses de las personas son protegidos. Consecuentemente, es imposible poder hablar de derechos sin tener en cuenta los deberes; ya sea porque hay una imposición de un deber para el resto de la sociedad o por la consideración de la protección del derecho en cuestión. Es por esto que como ciudadanos, miembros de una sociedad, debemos generar un diálogo en el que se incluyan ambos aspectos.